Let's Start This Party {Hayden}

Supe que enloquecía con los besos en la oreja, que en la cama y desnuda baila mucho mejor… tararea en tono bajo recostado en su cama, mirando al techo. Es viernes en la noche y está metido entre cuatro paredes de la habitación del hotel. No es claustrofóbico ni nada por el estilo, pero es raro que una persona como él esté tranquilo de noche, en Los Ángeles, California. La actividad en su vida es primordial, sobre todo por la carrera de actor que lleva. Un viaje aquí y un viaje allá, presentaciones aquí, presentaciones por allá. El tragín es una palabra muy conocida para las personas como Hayden. El estrés, presión y cansancio también están al orden del día. Toda esa tarde se la pasó ensayando unos textos de una película que posiblemente interpretará. Está agotado, pero no tanto como para no ir a dar unas vueltas por la cuidad. Bien, todos sabemos que esas ‘vuelta’ no son las más saludables. Le gusta la cerveza, los cigarros y las fiestas, ¿hay algo de malo en eso? No. Es responsable, sabe que no puede beber hasta morir y no debe hacer espectáculos denigrantes. A pesar de ser jóven, tener dinero y algo de fama, Hayden no es tonto. Todo lo contrario.

Es momento de levantarse, no se puede quedar así toda la noche. Se da una ducha rápida, de esas que sólo él sabe darse. Una camisa sin abrochar los dos botones principales, un pantalón de vestir negro, un par de zapatillas converse rojas. Mala elección. Se deja la camisa, un jean y unos zapatos negros. Así está mejor. Toma su celular y marca rápidamente el número de una persona indicada para momentos como ese. Teresa, ella era la persona perfecta para él esa noche. La invita a salir, ella no se negaría, son buenos amigos o… más que eso. No tienen idea, simplemente se divierten juntos y pasan buenos momentos. Los rumores acerca de su relación corren, pero a ellos no les importan, con un insípido: ‘Somos amigos’ y una sonrisa a la prensa está todo arreglado. Tal y como pensaba, ella acepta.

La primera parte completada. Ahora al lugar. Coge una botella de Heineken de su pequeño refigerador y sigue su camino tomando la cerveza de a poco. Al llegar a la salida de su departamento tira la lata en el basurero y se sube a su auto. Sí, irresponsable de su parte conducir así, pero no estaba mareado, no hay problema. Se cuida, no es idiota. Cinturón, ambas manos al bolante, mirada atenta, ¿qué más? Ah, luz verde para pasar. Luz roja se detiene. Bah, eso es broma. Su móvil suena. Una sonrisa divertida se dibuja en sus labios, es ella. Entabla una pequeña charla, la señorita se encuentra ya en el sitio pactado. Debe acelerar el ritmo, no la hará esperar más de diez minutos, no es de caballeros y ella no es cualquier chica.

Cinco minutos después ya está en las puertas de la disco. Se adentra mirándo a los costados, sería desagradable encontrarse con algún fotógrafo o periodista que pueda estar siguiéndolo. Al parecer no hay nadie, es buena señal. Va hacia la barra, donde se encuentra la hermosa dama de espaldas a él, tentador. Se acerca sigilosamente sin que ella se de cuenta y la rodea con los brazos por la cintura. – Dichoso si es que existe el dueño de esta perla… – Le susurra melódicamente detrás de la oreja, apoyando su barbilla en el hombro de ella. – De esta obra de arte, de esta boca de miel… - Continua sin dejarla de abrazar. Es imposible negar que Teresa es una de las mujeres más bellas que él vio jamás. Sus grandes ojos azules son un mar de perdiciones y su esbelta figura es la fantasía de cualquier hombre. Se conocen hace mucho tiempo, por tal motivo no hay confusiones, ella lo conoce y él a ella. No hay quejas, no reclamos y mucho menos escenas de celos. Aunque a veces sí, por parte de ambos, pero nada de importancia.

Se rompían los espejos reflejando su hermosura. Se rompían los esquemas de mi pobre corazón… Teresa era una de las pocas mujeres que embriagaban de belleza a un hombre llegando a tal punto de dejarlo con la boca abierta solo mostrando una sonrisa o guiñando un ojo coquetamente. No, no es que fuera su amiga, era la verdad. Sus rasgos eran dignos de una muñeca hecha con la más fina porcelana. Y ni qué decir de su manera de mirar, su cristalina y transparente mirada de ángel. Sus labios eran otra cosa totalmente diferente, sobre todo cuando, en algunas ocaciones Hayden tenía la oportunidad de disfrutarlos, las nubes y el cielo eran nada al lado de un beso de Teresa. La dama está vestida con un vestido negro señido al cuerpo, deja muy poco a la imaginación. Gran contraste con su alborotada melena rubia que cae por encima de sus hombros. La princesa de su reino o algo parecido, ninguna otra persona ha llegado a cubrir tanto el corazón del joven. Pero él tiene las cosas claras, nada formal por el momento, no quería arruinar la buena relación que lleva con ella ni confundir sentimientos. Sabe por dentro que no soportaría la idea de perderla por un problema, siempre pondrá la felicidad de ella por delante. Agradable, sincera, divertida, elocuente, hermosa, sexy y buena persona. Por esa y muchas razones Hayden la tenía consigo en muchos momentos de su vida.

Ella se ha girado para verlo, colocando sus brazos en torno al cuello del joven. Una pose comprometedora por la mínima distancia de cuerpo entre ellos, pero nada fuera de lo común ya que ella es varios centimetros más baja. Pequeña pero inolvidable. Como dicen: Lo bueno viene en frasco chico, así pues, Teresa es esencia pura de chispa, carisma y belleza. – Eh, que si te ibas yo te buscaba, no te hubiera convenido mucho. – Dice riendo entre dientes sin dejar de verla por un segundo. Hayden amplía su sonrisa al sentir los labios de ella en su mejilla. No la deja de abrazar por la cintura en ningun momento, él es así, a veces muy meloso. – Hora de expresar sentimientos, entonces… yo también te extrañé. – Asegura sin borrar esa estúpida sonrisa de su rostro. Sí, su comportamiento a veces es infantil, al menos cuando está con personas de confianza. Si no es así, es el joven más distante que pueda existir, no muchos lo conocen como es en realidad, quizá por eso le cae mal a algunas personas. En realidad, eso no le importa. Lo único que le interesa es lo que sus amigos y familia piensen de él.

¿Bailar? Música… ¿Bailar? Supe que enloquecía con los besos en la oreja, que en la cama y desnuda baila mucho mejor… ¡Qué demonios! Pensó. Esa canción está torturando su cabeza desde que la escuchó en la tarde. No hay duda, cuando la letra tiene un sentido así se queda grabada así la persona no quiera. Los recuerdos de fiestas y reuniones pasadas que tuvo con la joven se inundan su cabeza, por lo cual cierra y abre los ojos rápidamente. El pequeño dedo de ella le acaricia desde la barbilla hasta que su mano reposa sobre su cuello, más tentador aún. Hayden siente como un frío le recorre la espalda, no es momento para eso. De pronto, una canción muy conocida suena en el lugar. La mira sonriendo ampliamente, quitandole la mano de su cuello y tomandola de esta. – Si me dices que no te gusta esa canción te mueres. – Amenacé riendo levemente mientras la llevaba hacia la pista de baile.

I saw him dancin' there by the record machine. I knew he must a been about seventeen… Para Hayden, la persona que no conocía esa canción o no se la sabía simplemente debía suicidarse. Joan Jett era una de las más conocidas Rock and rolleras de los años ochenta. La mujer de cabellos negros, alborotados y poco arreglara era sumamente sexy para él, tal vez su amor platónico ochentero. Rie para sus adentros, el tema es buenísimo para bailarlo, más con su acompañante. No teme que ella no se lo sepa, conoce de sus gustos y de música ni hablar, tiene intereses parecidos. Muchas veces se quedaron en el departamento de uno escuchando diferentes grupos músicales, compartiendo gustos y disgutos, risas y llantos por parte de ella con canciones que le traían recuerdos, en realidad era más porque estaban algo pasados de copas que por las canciones, así la gente suele ponerse sentimental. La conoce tan solo tres años, pero siente como si fuera una vida entera. Sabe desde qué tipo de comida le gusta, hasta cuanto calza de tacones. Van a comprar ropa juntos, él le compra abrigos de su talla, ella le compra camisas y cosas por el estilo, no se sorprendería si un día llega Teresa a su casa con maletas diciendole que se muda con él.

Llegan a la pista de baile justo en la mejor parte de la canción y se escucha a coro todos gritar: I love rock n' roll. So put another dime in the jukebox, baby… Teresa coloca sus brazos alrededor del cuello de Hayden, mientras se contonea al ritmo de la música. Las manos de él rodean su cintura, moviendose suave su compás. Sonrie complacido pegandose un poco más, ella es muy buena bailarina. Lentamente coloca sus manos en las caderas de la rubia, siguiendo el vaivén de sus movimientos. Es sensual al bailar y tiene mucha clase. Sube sus manos hasta su espalda y las vuelve a bajar, todo al ritmo de la música, sin despegarse ni un segundo de ella. Un arte, sin duda, el baile es el arte más antiguo del mundo y ambos lo dominan. La música sigue sonando y los cuerpos se mueven a su alrededor, cada quien disfrutando con las personas que quieren. Es un ritmo contagioso y muy motivador. Escucha el comentario de ella y sonríe negando con la cabeza. Acerca su rostro al oido de ella para luego susurrar. – Vamos, sabes que siempre estoy pendiente de tí, además sabía que no te negarías a salir conmigo. – Asegurá sin dejar de moverse al son de la música.

El lugar está prácticamente nublado por el humo que extienden los efectos de la disco. Las luces confunden a cualquiera que estuviera con tres copas de lícor encima. Nadie los reconoce, eso hace feliz a Hayden, no saldrán en las revistas al día siguiente. Tampoco es que fueran las personas más conocidas del mundo artísticos, si no que, por unos cuantos dolares vendían fotos de todo tipo. La señorita está en silencio, simplemente baila y disfruta el momento. No hay silencios incomodos entre ellos dos. Asegurándose que nadie los ve, el joven la pega aún más a él y acerca su rostro al suyo. Le da un pequeño pero intenso beso en los labios, para que luego estos bajen lentamente hasta su cuello, dejando una pequeña y suave mordida en él. Luego de eso, suspira sonriendo maliciosamente.

Lo suyo no es un simple juego de amiguitos, manitas y besitos. Cada vez que las salidas se ponían por ese lado, lo llevaban hasta las últimas consecuencias. Él no es un mal chico, ella tampoco. Teresa sabe la clase de vida que lleva Hayden y también como le va con otras chicas, son buenos amigos, se comprenden. Hayden, por su lado, sabe que una chica como Palmer no existe y que su relación con ella, por ahora, no llegará a más. Aunque claro, él intenta no pensar si la señorita sale con otros chicos o no, no es agradable pensar eso de tu amiga con la que haces cosas de otro tipo, ¿no? Tampoco es un masoquista y morboso. No porque no le guste, no la quiera o simplemente no necesite de ella. Es solo que aún no está listo para tener una relación formal con alguien, y no lo estará por mucho tiempo. Para él, Teresa se merece a alguien mejor, no es lo suficiente bueno para ella. Jamás se ha enamorado, no sabe como se siente, pero cree estar seguro de que ahora no lo está. ¿Miedo? Quizás, aunque no lo ha de admitir muy facilmente. Además, aún debe conocer a la mujer que le quite el sueño, con la cual pueda imaginar una vida entera. La princesa de su reino, tal vez, o simplemente la dama que comparta sus aventuras y desventuras. No cree ser tan afortunado para conseguirla, tampoco la busca, pero sabe que si la encuentra será el hombre más feliz del planeta.

La sensualidad que la dama desprender de sus caderas y el calor que emana su cuerpo es tentador. Por tal motivo Hayden no pudo controlarce e hizo lo que hizo. Teresa le sigue el juego, besándolo nuevamente pero de manera más intensa, a lo que el joven no se niega ni un segundo. Le corresponde saboreando muy bien sus labios, así evitará borrar el sabor de ellos. Siguen moviendose al ritmo de la música, la cual parece estar apunto de terminar. Sin querer, están avanzando hacia una parte muy alejada de la disco. Siente que se le eriza la piel al sentir los dientes de ella en el lóbulo de su oreja, donde dejaba una pequeña y exitante mordida. Reí bajo al escuchar su comentario, siempre es él quien da el primer paso, si no, ella se pone ansiosa y eso no es bueno, comenzaría a llevar el control y el rubio no permitirá eso jamás. Un nuevo frío recorre su espalda al sentir el beso en el cuello, es su lado más sensible y la joven lo sabe. – No aguanto mucho, ¿no? – Dice rodando los ojos, mientras sus manos se pozan en las caderas de ella fuertemente.

Si los llegan a ver o no lo hacen ya poco importa. La música está terminando, pero sus ganas de seguir a su lado, todo lo contrario. Aferra bien su mano al rededor de la cintura de ella, luego de estar unos segundos parado ahí, sin moverse. Tiene una idea, más no sabe si a su acompañante le guste. Deja en los labios de Teresa un apasionado beso que dura un tiempo regular, y lo disfruta cual si fuera el último. – Aww, hermosa… – Suspira entre besos, le encanta la manera que ella tiene de cautibarlo. – Es hora de buscar un asiento o algo así o lo que quieras… – Primero debe tantear el terreno, el mandarse de cabeza tampoco es su fuerte, prefiere planear un poco las cosas.

Un pensamiento ególatra llega a su cabeza. En el mundo, todos tienen lo que se merecen. Entonces, ¿Hayden se merece salir con una chica como Teresa? ¿Qué cosa tan buena ha hecho para ganarse algo así? No tiene idea, y tampoco busca una respuesta. Es mejor disfrutar del momento que pensar en el pasado o futuro. Uno no sabe qué puede suceder el día de mañana, por tal motivo se vive cada segundo como si fuera el último. Irónico, lo piensa el chico que tiene una agenda programada hasta para ir a comprar ropa. Su itinerario es apretado, sus horarios poco flexibles. Por eso da gracias que ahora puede tener un momento de relajación con ella. Persona más indicada para pasar un buen rato no existe, sólo su acompañante puede hacerle olvidar absolutamente todo y pasar a las risas y diversión. Dos cara diferentes de una misma moneda.

La estuvo besando y acariciando por unos momentos, aquellos que disfrutó tanto. Están ahora parados en la pista de baile, él la tiene abrazada, rodeandola con los brazos. Si alguien los ve o no, ya poco importa. Al menos por su parte, prefiere disfrutar. Otra canción comienza a sonar, es una de red hot chilo peppers, muy buena. El mar de gente que hay alrededor se comienza a mover al ritmo de la música. Ella contesta y él sonríe. Le gusta tomar el control de las cosas y más si se trata de una idea como las que él tiene. Quizás esté siendo un poco loco o simplemente tiene una mejor imaginación que cualquiera, todo gracias a la inspiración que le da la dama que lo acompaña. – Uhmmm… no sé, no sé. – Murmura sonriendo. En fin, las cosas deben darse por sí solas.

Le guiña un ojo divertido mientras de nuevo acerca su rostro al suyo para besarla en los labios. Adictivos, sin duda, adictivos. Coloca sus manos en la cintura de ella, poniendole más énfasis al acercamiento. Las personas están demasiado ocupadas en sus cosas como para fijarse en ellos, y gracias al cielo las luces están demasiado bajas como para que los puedan identificar.